Legislatura de Buenos Aires declaró «persona no grata» a Maduro

La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, en Argentina, aprobó una resolución que declara «persona no grata» al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, argumentando «graves violaciones a los derechos humanos contra los ciudadanos venezolanos en su país».

La iniciativa fue promovida por los legisladores Claudio Romero y Emmanuel Ferrario, ambos pertenecientes a la conservadora Propuesta Republicana (Pro), quienes tramitaron la medida «a pedido de la diáspora venezolana en Argentina». La resolución recibió el apoyo mayoritario de la cámara, compuesta por sesenta diputados, según el comunicado oficial de la institución.

Apoyo y rechazo

No obstante, la votación no fue unánime. Los legisladores del Frente de Izquierda se abstuvieron, mientras que los miembros de Unión por la Patria (kirchnerista) votaron en contra de la medida. Esta diversidad de votos refleja las divisiones políticas en torno a la figura de Maduro y la situación en Venezuela.

“En la Ciudad de Buenos Aires no vamos a tolerar dictadores, gente que venga a vulnerar los derechos humanos, gente que haga atrocidades en su país en nombre de una revolución que no existe, gente que use la tortura como un método de gobierno”, expresó enfáticamente el legislador Romero durante su intervención.

La decisión de la Legislatura porteña fue celebrada por Elisa Trotta, secretaria general del Foro Argentino por la Defensa de la Democracia (FADD), una organización creada en 2020 para la promoción de los valores democráticos. Trotta calificó la resolución como un fuerte respaldo a los más de 220.000 venezolanos que han encontrado refugio en Argentina tras huir de su país.

“Los autócratas, como Maduro, deben saber que sus crímenes no van a quedar impunes y que el mundo no es su patio trasero para pasearse con sus manos manchadas de sangre”, añadió Trotta, quien también ejerce como diplomática venezolana-argentina.

La declaración de Nicolás Maduro como persona no grata en la capital argentina es un gesto simbólico que resalta las crecientes preocupaciones internacionales sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela.